Agnus Dei. La cabeza de un cordero, pintado por Francisco de Zurbarán, es la portada del Volumen U, que conmemora el segundo centenario de la creación del Museo del Prado.
Abordar desde Matador un tema como El Prado es una bella trampa. ¿Qué decir de un tesoro del que se han escrito tantas cosas? Con la complicidad del equipo del propio museo y el consejo de un buen grupo de sabios cercanos a la revista, el empeño se cumplió.
Matador U incluye varias joyas. Desde el texto manuscrito de Juan de Villanueva, describiendo el 21 de julio de 1796 el edificio que hoy alberga una de las pinacotecas más importantes, bellas y singulares del mundo, hasta la colección de fotografías de las salas del museo con el vacío de los cuadros refugiados primero en Valencia y luego en Ginebra, para escapar de la guerra, tomadas en 1939 por orden de la Jefatura Nacional de Bellas Artes, hay muchas visiones del Prado.
Los textos históricos de las visitas al museo de Richard Ford, de Édouard Manet o de Eugenio D’Ors se complementan con los estudios de Manuela Mena, Montserrat Soto, Oliva María Rubio, Alejandro Vergara Sharp o Rafael Moneo.
El volumen incluye además tres miradas fascinantes: Antonio Muñoz Molina visita el museo para escoger diez cuadros para nuestros lectores. Del Fusilamiento de Torrijos de Antonio Gisbert dice: «Hay que enfrentarse cuerpo a cuerpo con este cuadro prodigioso para darse cuenta de que su contemplación te desafía con la misma fuerza que el Guernica». Félix de Azúa imagina Circa 1819, la exposición que no se pudo hacer con obras de Delacroix, Goya, Géricault o Friedrich para recordar cómo era el mundo el año que se abrió el museo.
La colección de imágenes incluye, entre otras obras, la famosa serie de Thomas Struth sobre museos y una selección de retratos realizada por el fotógrafo Pierre Gonnord, que se enfrentan cara a cara con las pinturas del Prado que más han influenciado su trabajo. Sus miradas de artistas completan este número extraordinario.
El Cuaderno de Artista que acompaña al Volumen T de Matador es un regalo póstumo del pintor Eduardo Arroyo: una selección de 41 de sus obras, realizada por él poco antes de fallecer, bajo el título de El Buque Fantasma. Es también el nombre del último cuadro que pintó, una gran composición en forma de fantasía literaria inspirada en la ópera de Wagner, que cierra el Cuaderno. Otra serie de referencias literarias, como Dorian Gray, Moby Dick, Don Juan Tenorio, Falstaff, Madame Butterfly o Doña Inés, comparecen en las obras recogidas en este volumen, que incluye además un delicioso texto sobre Eduardo Arroyo firmado por el escritor Julio Llamazares.
