Gonzalo Golpe, When the wind
El Efecto 2000 generó miedo a la tecnología, pero resultó ser infundado. Hoy, el temor a la inteligencia artificial ha surgido, y Gonzalo Golpe utiliza la IA como herramienta para crear una obra melancólica, recordándonos que la imaginación y la poesía están en las personas, no en los dispositivos.
Entrega en todo el mundo y opción de devolución.
A finales del año 1999 la sociedad moderna sufrió un cortocircuito y miedos ancestrales resurgieron devolviéndonos parte de nuestra animalidad.
El miedo a un error informático en la programación de los ordenadores, en concreto en los relojes internos, produjo una ola de terror y especulación apocalíptica en todo el mundo. Lo llamaron Efecto 2000, un bug inesperado y absurdo que hizo que los seres humanos mirásemos con desconfianza aquello en lo que habíamos puesto nuestra fe, que sostenía el desarrollo humano: las computadoras.
Al final no pasó nada.
Hoy vivimos una situación parecida, de nuevo miramos a las máquinas con desconfianza. En esa siniestra lista de causas posibles de desaparición de la especie, la muerte a manos de una inteligencia artificial omnipresente y omnipotente ha superado a los desastres producidos por el cambio climático, la guerra nuclear y los virus transnacionales. Tampoco se espera que un meteorito haga de nosotros los nuevos dinosaurios.
Con un esquema narrativo clásico de ciencia ficción postapocalíptica, Gonzalo Golpe hace uso de uno de estos modelos de inteligencia artificial generadores de imágenes a partir de texto para realizar una obra melancólica, misteriosa y sutil, en las que las imágenes son editadas y secuenciadas con un sentido musical de la composición visual. Lejos del ruido de sables que actualmente polariza y opaca el pensamiento en torno a si esto son o no fotografías, el autor se posiciona ante esta tecnología como si se tratase de una herramienta más, para recordarnos que la imaginación y la poesía nunca estuvieron en el dispositivo, sino en quien se sirve de él para contar algo que le importa y sobre todo en quien lo recibe y descodifica; sabedor que del otro lado no hay una mente computacional sin atisbo de alma, sino un semejante con él único propósito de seguir contando historias.
Prensa
La IA “no es fotografía” ni es “imaginante”, en el diario.es
- Páginas
- 52
- Imágenes
- 47
- Formato
- 13,4x20,5 cm
- Editorial
- La Fábrica
- Año de edición
- 2023
- Encuadernación
- Tapa blanda