Junto a la carpa del Purple Weekens, León 1997
Una excepcional muestra que reúne la obra menos conocida en blanco y negro de Miguel Trillo de los años 80 y 90.
Gelatina de plata sobre papel baritado
Entrega en todo el mundo y opción de devolución.
La calle como escena
En los locales, a la salida de conciertos, en las fiestas de barrio. La calle, desde Malasaña a Alcorcón. La ciudad, Madrid, pero también Teruel, Barcelona o Badajoz. Escenarios urbanos en los que el fotógrafo Miguel Trillo retrató a diferentes generaciones y tribus urbanas desde los años 80.
La exposición reúne la excepcional y menos conocida obra en blanco y negro de Miguel Trillo, solo mostrada monográficamente hasta la fecha en una exposición organizada por el Photomuseum de Zarautz en 2001.
La selección recorre dos décadas, los 80’s y 90’s, de estéticas juveniles influenciadas por diferentes culturas musicales, más allá de la movida madrileña, como punto de partida.
Punks, tecnos, modernos y siniestros; rockers y teddys; heavys y rockeros; hiphoperos y raperos. Retratos pensados, buscados y solicitados a sus protagonistas, que se dejaban fotografiar por el autor a la salida de los conciertos. Un documento a pie de calle de la juventud de una época y de sus múltiples estéticas, influenciadas por movimientos de la contracultura: desde el punk de finales de los 70 a la música electrónica de los 90. Jóvenes marcados por un espíritu crítico e independiente. El público como protagonista y la calle como escenario.
EL POZO/POSO DEL TIEMPO
Estas fotografías las disparé en el siglo pasado. En la década de los 80 me decanté por la película de diapositivas en color, pero seguí haciendo fotos en blanco y negro con cámara de paso universal y con otra de formato medio. Hasta que llegó el siglo XXI y me olvidé de la película en blanco y negro. En 2007 me olvidé incluso de las diapositivas y opté por una cámara digital.
Los posos del tiempo en fotografía son las vetas de una mina a cielo abierto. Igual que no se puede volver a experimentar el pasado -a no ser por la memoria-, el soporte tradicional de la fotografía, es decir, el papel, cada cierto tiempo sufre un cambio tecnológico. Y cuando el material antiguo se agota, nos encontramos con copias irrepetibles. Es lo que pasó con el papel cibachrome o ilfochrome en el que se tiraban las diapositivas. Y tuve que pasarme al tiraje por el sistema lambda.
En cambio, la técnica clásica en blanco y negro sobre papel baritado de haluros de plata continúa. Pero ya no en papel fotosensible de Agfa, Valca, Negtor, Kodak… porque dejaron de fabricarse. Así, para un coleccionista cobra un enorme valor encontrarse con una copia del ayer.
La existencia humana y las existencias de las cosas tienen vidas paralelas. Esta exposición es un ejemplo. Hasta 2020 solo realicé una exposición individual con fotos exclusivamente en blanco y negro. Ocurrió en 2001, en el Photomuseum de Zarautz. La titulé “Recuento”. Era un repaso de mis retratos entre 1978 y 2000. Retratos de calle, recuento de una teatralidad espontánea donde no hay personajes, sino vivencias. Vidas de personas tocadas por la música en su propio territorio convertido en escenario.
Al acabar la exposición del Photomuseum (las fotos no estaban a la venta) volvieron a mi domicilio de Barcelona, en donde he vivido entre 1994 y 2019. Allí las guardé en un altillo. He estado casi dos décadas sin acordarme de ellas y el verano pasado al vender aquella casa y comprarme una en Madrid (adonde he vuelto) me las he reencontrado con la mudanza. Inmenso reencuentro de aquel recuento. Ya no solo por la intensidad de las miradas de los fotografiados, sino por la calidad de los positivados, realizadas en su momento por dos de los tiradores de más prestigio en la capital: Castro Prieto y Baylón.
El azar ha hecho que los positivados en mi casa madrileña de la década de los 80 para mis fanzines “Rockocó” y “Callejones y avenidas” (que hace dos años me fueron adquiridos por el Archivo Lafuente y se exponen ahora en el Círculo de Bellas Artes -con libro publicado por La Fábrica y Ediciones La Bahía-) coincidan en PHotoEspaña con estos vintages que han estado tantos años en reposo de miradas.
Aquí en La Galería de La Fábrica ya expuse individualmente en 1999 con motivo de lapublicación de mi libro PHotoBolsillo (mi obra en color hasta entonces). Fue el nº 11 de la colección y era la segunda edición de PHE. El pozo del tiempo, cuando se remueve, produce unos grumos a veces mágicos. La fotografía es un bonito remedio de la vida. Volver con esta obra mía menos conocida a la venta me llena de satisfacción y se convierte en una oportunidad única.
Miguel Trillo
- Tamaño
- 25,2 x 38cm