En abril de 2001, los estudiantes de Harvard atrajeron la atención de los medios de comunicación nacionales cuando organizaron una sentada en favor de la campaña por un salario digno, un esfuerzo por inducir a la universidad a pagar a sus trabajadores el mismo salario digno garantizado por la ciudad de Cambridge. Halpern fue uno de los 50 estudiantes que irrumpieron en el vestíbulo que albergaba el despacho del presidente, y de su apasionado activismo surgió este revelador volumen de relatos de trabajadores en la tradición del clásico Working de Studs Terkel, acompañados de grandes fotografías en blanco y negro.
"¿Quieres saber sobre los trabajadores normales? ¿Quieres saber lo que hago? Descargo de un camión probablemente todos los libros que se leen en Harvard", respondió el cargador del muelle de carga Gary Newmark, el primer entrevistado de Halpern. Con historias en sus propias palabras junto a retratos orgullosos pero cansados y sin sonrisas de los cocineros, camareros, conserjes, guardias y lavaplatos que alimentan y limpian a un cuerpo docente y estudiantil de élite, Halpern pone cara a las desalentadoras estadísticas a las que se enfrentan los trabajadores con salario mínimo de Estados Unidos, que deben trabajar 80 horas a la semana para cubrir los gastos básicos de subsistencia, según el Instituto de Política Económica. Aquí conocemos a Rachel Herman, una cocinera de la Signet Society of Arts and Letters que describe su cocina como una forma de arte. Un conserje haitiano anónimo cuenta las pequeñas humillaciones del trabajo: su supervisor deja centavos en el suelo para asegurarse de que limpie con cuidado. Bill Brooks, conserje de la oficina del presidente durante 30 años, describe el trabajo como una forma de escapar de la nostalgia por el pequeño pueblo de Tennessee que dejó hace décadas.
