Barcelona, la ciudad del diseño. Barcelona, sede olímpica. Barcelona, gran puerto del Mediterráneo. Barcelona, crisol de culturas. Cuna del modernismo. Centro de la industria editorial. Vanguardia de la arquitectura. Motor industrial. Potencia cultural.
Barcelona, ciudad del mundo. Y desde ahora, ciudad Matador. El Volumen M de la revista puso el foco en nuestra ciudad más universal. Casi dos décadas después de la explosión del 92, resultaba un ejercicio estimulante.
El Desiderátum corre a cargo de Eduardo Mendoza. Le acompañan en el número más autores catalanes, o radicados en la ciudad, como Josep Pla, Félix de Azúa, Rodrigo Fresán, Fernando Amat o Santiago Roncagliolo. La revista publica además una conversación de altura entre Leopoldo Rodés (un personaje institucional que significaba la implicación de la burguesía en los valores colectivos) y Toni Segarra, el gran creativo de la publicidad.
La mirada de Barcelona en este Matador es cronológica. Thomas Ruff fotografía la ciudad cosmopolita del pabellón Mies van der Rohe de 1929; Francesc Català-Roca se acerca a lo popular de los años cuarenta y cincuenta, y el arquitecto José Antonio Coderch pone la otra cara de la época con sus planos y su arquitectura internacional de principios de los cincuenta en la Casa Ugalde. Cruzando el siglo, cincuenta años después, la revista incluye tres dosieres de fotógrafos contemporáneos: las afueras de la ciudad y de la vida de Txema Salvans, la memoria industrial en las colonias de Ferran Freixa y la noche en el objetivo de Manel Esclusa. Todo es uno.
Y junto a las imágenes, tres temas extraordinarios: Oscar Tusquets, una de las personalidades más brillantes de la ciudad, prepara para la revista una exposición sobre «su» Barcelona; Ferran Adrià, que tiene su laboratorio junto a la Rambla, nos enseña sus dibujos culinarios y nos abre sus cuadernos de notas; y un informe extraordinario: una gigantesca infografía que recoge la cartografía humana de Barcelona, de todos los que llegaron a la ciudad y se quedaron más o menos tiempo. En total, más de 150 personajes de la cultura que no eran de Barcelona y pasaron o se quedaron por allí.
El disco, la música de la revista, naturalmente la puso el Sónar, cuyos responsables realizaron una cuidada selección de los mejores autores y temas que han pasado por el gran festival de música electrónica para componer el cd que acompaña a la revista, para el exclusivo disfrute de los lectores de Matador.
El Cuaderno de Artista que acompaña al Volumen M de Matador lo firma la escultora Cristina Iglesias y recoge una serie de dibujos preparatorios para el proyecto Mar de Cortés, realizado en 2010 por la artista en colaboración con biólogos del Instituto de Oceanografía de San Diego. Como un laberinto submarino, este proyecto artístico y medioambiental consiste en la instalación en las aguas de Baja California de tres estancias sumergidas de cemento, cada una de trescientos metros cúbicos, que nacen de estos dibujos previos, realizados por la artista en tinta y pastel especialmente para Matador.
